martes, 26 de junio de 2007

0 CNN premia a bloggeros franceses


Leo en el site de Radio Francia Internacional que CNN premió con los News Blog Awards a dos estudiantes franceses de periodismo.

Lo peculiar de las bitácoras ganadoras es que contienen viviencias mochileras por el globo terráqueo. Lo que confirma que las historias personales, salpicadas de aventuras -turísticas en estos casos- y escritura simple siempre tienen una lectoría ganada por la curiosidad del lugar y enfoque del viajero.

Antonin Sabot (Reportage et Photo), a la sazón considerado el mejor blog europeo, es estudiante del primer año de periodismo en el Centro de Formación de Periodistas de París (CFJ) y sus post se basan en viajes donde visita a los indígenas ecuatorianos, pasando luego por Tanzania y El Cairo.

Sara Sissmaan (En Root), estudiante de la escuela de periodismo de Sciences Po, es la típica mochilera gringa -en este caso europea- que recorre en sus vacaciones países de este lado del continente. Tiene buenas tomas y vivencias en Cuzco, el valle del Colca en Arequipa (nos hace un buen cherry); Santiago de Chile -también polemiza sobre la problemática de profesores de francés en el país sureño-, y Mendoza en Argentina.

Aquí
los 12 finalistas nominados que se quedaron en el partidor.

Es destacable este tipo de acuerdos entre instituciones académicas con medios de comunicación -Premio CFJ/CNN International del mejor blog europeo de un estudiante de información- para incentivar el buen uso de la blogósfera, formalizar en variedad de contenidos al mar de usuarios que navegan a diario en la red y servir de anzuelo para descubrir nóveles talentos periodísticos en el –para algunos- inhóspito mundo de las tecnologías de la información.

Ahora, sería excelente que tomen la posta medios latinoamericanos de la mano de universidades para tantear el nivel de nuestros bloggers.

viernes, 15 de junio de 2007

2 Ultimo minuto: piloto del avioncito de papel pierde la voz


Sufrió recaida de improntus. Palabras (pensando en mute) del afectado minutos antes de salir presuroso de centro de labores: "Nunca antes en mi vida había experientado una sensación tan angustiosamente frustrante. Hablaba y no salían palabras. Se perdían en el silencio. Encima tenía que saludar a los colegas y no salía ni siquiera un "Hola". Sólo un café hirviendo logró "abrirme la garganta" por momentos. Mis respetos para los señores mudos ", dijo.

En otro momento manifestó que "sentía como que un pico apuntalaba feroz mi garganta y el dolor al pasar la saliva era semejante a poner un dedo en una tetera recién hervida ". (Auch).

Ha cerrado momentaneamente este blog, quizá como augurio para que deje de escribir en esta nave. Se agradece su solidaridad con pastillas, oraciones, palabras de aliento y sobre todo muchos ánimos. !Que la fuerza lo acompañe!

jueves, 14 de junio de 2007

2 ¿Hipocondría masculina?

En la noche, ya en la universidad y antes de empezar el taller, mi colega de periodismo de investigación esgrime unas detonadoras aseveraciones que minaron mi orgullo: “Los hombres de todo se quejan, son hipocondríacos”, decía, mientras deslizo una tímida sonrisa acomodándome la chalina y con una mano sostengo el café y con la otra las pastillas. Pero creo que -salvo el concepto errado- valgan verdades, el porcentaje de aproximación en el fondo es acertado por los "síntomas".

Hipocondríaco, ¿yo?

Armado de pastillas antigripales, antivirales y todo lo que termine en ales en los bolsillos, un vaso de café bien caliente, medio rollo de papel higiénico (para contener el destilar de los mililitros de líquido acuoso); y sobre todo, premunido del cuidado de mi generosa madre -nunca más importante en aquellos aciagos [1] días de resfrío- tuve que padecer casi dos días la terrible gripe, casi aviar y enfilar a la rutina diaria.

Un estudio
argumenta que la hipocondría [2] es la “preocupación y miedo a tener, o la convicción de padecer, una enfermedad grave a partir de la interpretación personal de síntomas somáticos, (en donde) la preocupación persiste a pesar de las exploraciones y explicaciones médicas”. El psicoanálisis la ubica dentro de un posicionamiento estructural al modo de la psicosis. Psicoactiva lo llama “enfermo imaginario” y sobre todo hace hincapié en la actitud del individuo ante la enfermedad.

Casos y "casos"

Propongo que no seamos tan dramáticos -contrariamente al concepto señalado como un trastorno mental-, al contrario, franqueémonos, nos gusta que nos mimen. Añoramos marmotear en la cama hasta tarde a expensas de nuestro jefe. Soñamos dormir en el "sobre" arropados hasta el cuello. Y nos desespera ver, cada vez que echamos una miradita al salir del dormitorio, restos de papel magullados y regados cual popcorn en un cine. Allí demuestran su amor y ayuda las reinas del hogar.

Es realmente satisfactorio que estimulen a nuestro niño interior que llevamos dentro atendiéndonos con el caldito de pollo, el tecito caliente con limón y el tierno “abrígate que hace frío, no te vayas a resfriar más”. Sí que nos gusta pues, sin embargo, no se puede asociar este “cariño peruano” a trastorno alguno. Dista kilómetros de distancia.

Ahora bien, siempre hay una “oveja negra” en toda historia. Un tío paterno si se lleva de lejos las palmas en la mención de hipocondríaco: se lava las manos hasta por un “por si acaso”. Antes de cada comida enrumba al lavadero o baño y prácticamente exprime sus manos con jabón y/o detergente (lo he visto) y encima –esto si es risible- quiere, exige, que todos lo hagan. El colmo. Esas 48 horas de afección viral-emocional me convierten en un bebe de pecho en comparación a un hipocondríaco.

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[1] En aquellos días tratamos de dormir a nuestras anchas con la confianza del cobijo materno porque los segundos, minutos y horas se vuelven -como dice el diccionario de la Real Academia- infaustos e infelices.

[2] La RAE define a la hipocondría como la afección caracterizada por una gran sensibilidad del sistema nervioso con tristeza habitual, preocupación constante y angustiosa por la salud. WordReference.com apoya este concepto, añadiéndole una hipersensibilidad, aprensivo, maniático, melancólico, pesimista, sombrío, triste. Interesante sólo las dos primeras acepciones.

martes, 12 de junio de 2007

0 Mi amiga la lectura

Hace años oí decir a un profesor universitario una frase que capturó mi atención: “Los libros son como un baúl lleno de tesoros. Para que saquemos sus riquezas, primero tenemos que abrir y leer su contenido".


En gustos y colores


Siempre recomiendo empezar con algo fácil, que te atrape en un abrir y cerrar de ojos. Si lees eventualmente la revista “Magaly” o los diarios “ajá” o “El Bocón” aspira a escalar posiciones, para no descender de categoría. Sugiero leer la laureada revista peruana Etiqueta Negra (sus dos últimos números están colgados íntegramente en pdf, aprovecha) o la pionera colombiana Gato Pardo. Sus historias están contadas con la pericia y bisturí literario de finos escritores y periodistas del continente. Los sábados distráete con “Somos” de “El Comercio” que trae de todo como en botica. También puedes adquirir la revista “El Gráfico” (argentino o peruano) con las ultimitas del deporte mundial –99.9% futbolero- y gozar con sus crónicas al ras de la cancha.

Si no tienes dinero contante y sonante, no te salvas. Seguro debes tener en tu casa una Biblia –casi todos la tienen, algunos creen que es para utilizarlo de adorno-, primero desempólvala y luego sumérgete en ella a través de sus sabias e iluminadoras historias. Por algo es considerado el libro más leído en el mundo.



Conectados en la Web


Si los jueguitos en red, el messenger y el Hi5 se han vuelto tu debilidad, haciéndote preso del “tecleteo”, desenchúfate y no pierdas el tiempo. Presiona End, reinicia tu cerebro y viaja en el ciberespacio con lecturas ágiles. Pero no basta leer cualquier textito de marras. Diviértete con las crónicas de Renato Cisneros y Juan Manuel Robles blogueros de “El Comercio”; y con los zarpazos de humor negro de Carlos Carlín en Perú 21 y de La Cebolla. En el mundo de la prosa, verso y más verso, quien toma la batuta es Iván Thays, seguido a milímetros por Gustavo Faverón Patriau, Santiago Roncagliolo y Alonso Cueto.

Los
“papeles perdidos” de Jaime Bayly y la columna del mediático Beto Ortiz son, fuera de sus escandaletes, en el rango de la lectura pulidamente sarcástica, algo temerariamente aconsejable. Si estás interesado en saber algo más que el nombre del presidente, en política Aldo Mariátegui y Augusto Álvarez Rodrich directores de Correo y Perú 21 respectivamente, acompañados de Marco Sifuentes, Martín Tanaka, Pedro Salinas y del reaccionario Fernando Rospigliosi, son buenas opciones de información. En propuestas educativas tenemos a León Trahtemberg y Roberto Lerner. Sumemos en temas de economía a Cecilia Blume y las sesudas reflexiones de Carlos Adrianzén. Y con el objetivo de saber qué hay más allá de América, tenemos a los internacionalistas Isaac Bigio, Ariel Segal y Guillermo Giacosa.

Sabias palabras



"Los muchachos en el colegio no pueden ser obligados a leer libros de la edad media -apunta inteligentemente Luis Jaime Cisneros, eminencia en el tema educativo-, tienen que leer a sus contemporáneos. Invitar a leer no consiste en invitar a leer literatura, sino todo tipo de textos que tengan que ver con los muchachos”. Comentarios vertidos sobre el intrépido Proyecto Recreo del escritor Javier Arévalo y del multifacético Gustavo Rodríguez, director de la agencia Toronja Comunicación Persuasiva, de llevar libros entretenidos de más de 40 autores a las grandes mayorías con precios de bolsillo (10 soles cada uno).

El maestro
Luis Jaime Cisneros fija su posición frente a la lectura y la educación. Los 59 de enseñanza en la PUCP lo respaldan: “La lectura no es, como muchos creen, un deleite para los ojos fisiológicos. Es un duro y hermoso ejercicio para los ojos mentales…Leer es una antigua convocatoria para ser cada día más claros, cada día más combativos en el razonar y en el actuar…Quien no aprende a leer (es decir, a amar el libro y la lectura) no estará en capacidad de ser juez ni de ser crítico. Sabias son, por eso, las palabras de Harold Bloom: ‘Importa, para que los individuos tengan la capacidad de juzgar y opinar por si mismos, que lean por su cuenta’”.

Asimismo, en las mejores notas del 2006 de “El Comercio” argumenta que “La escuela no puede hacerte creer que el conocimiento se adquiere fácilmente. El conocimiento tiene que costarte trabajo. Debemos luchar para ser los descubridores del conocimiento… porque no lo hemos recibido gratuitamente, nos ha costado… La escuela proporciona datos para la vista y para el oído. La cabeza no interviene en el proceso, solo el dedo (hace ademán de apretar un mouse). La máquina no te puede dar lo que no tiene, tú le tienes que dar lo que ella no te puede ofrecer.
(Seguir leyendo).

Jalados



Es penoso ver los números fríos. El vocabulario estándar de los estudiantes peruanos al terminar la secundaria debería ser de 2 mil palabras, pero rochosamente con las justas raspamos las 400. Por ello, se ha vuelto un lugar común en conversaciones y diálogos repetir -hasta el cansancio- frases, dichos y palabras como si de un rodeo se tratara: los mismos toros, caballos y mulas dando vueltas. Además, el Ministerio de Educación sentencia que 8 de cada 10 niños, sea de colegios públicos y privados no comprenden lo que leen. Es una vergüenza, ocupamos el penúltimo lugar en comprensión lectora, sólo Haiti está por debajo de nosotros.

Acomódate

Consigue un libro (vale del colegio, pre, academia, universidad, etc.), ajusta tus lentes –si los tuvieras- y alístate para mirar de lejitos a la ignorancia.

No es necesario que te acomodes en un escritorio con gesto adusto y postura erguida. Leer es entrar a una libertad plena sin que nadie te diga nada. Claro, el ambiente tú lo creas. Puedes capturar historias con tu libro a la mano rumbo al trabajo, soportando el bullicio del cobrador de la combi y las extravagantes músicas que insertan en los odios de los pasajeros. O bien tumbado -de costado- en tu cama luego del almuerzo con un acompañante relampagueo melodioso de “Where the streets have no name” de U2 o meditando con “Me viniste a rescatar” de Hillsong United. En la noche es otra excelente ocasión para “devorarte” un libro, sin ruido que valga, solamente con el silencio como cómplice. Ahora, si quieres realizar una lectura breve, el “trono” es una opción que suelen aconsejar. En buenas cuentas, cualquier sitio, momento y tema son válidos para refugiarse en la lectura.

sábado, 2 de junio de 2007

2 No voy en tren, voy en avión

Subo a una combi [1] rumbo al trabajo y me encuentro atrapado, arrimado y con tímidos reflejos forcejeo en medio de una multitud de brazos y piernas que no entienden el tira y afloja, pero batallan misma ancla fija en el mar. Un vetusto pasamanos es lo único que me da equilibrio. Es uno de tantos días.

Sin embargo

En esos minutos de caos pasajero-vivencial recuerdo placenteramente el viaje que realicé hace tres días en el bus de
Perucetu GNV, que el gobierno de Toledo inauguró con el alarde de beneficiarnos con el gas natural y concesionar empresas de transportes. Hasta ahora desconocía de ello y tampoco había visto un vehículo semejante, si no fuera porque el cobrador dice “Todo Javier Prado”, entonces abordé en primera. Eso sí que era viajar con mayúsculas. Ya hoy hasta me parece sólo un sueño, algo irreal.

Tiro la caña de pescar y jalo un recuerdo, automáticamente hago la comparación con un viaje –tirado en el sofá de casa- en el metro de Londres que vi en una película por cable. Algunos pasajeros tenían a la mano vasos de café caliente, bien sentados, ordenados, contemplando los paisajes, la urbe, los verdes campos. Pero eso sí para nuestra realidad es una utopía. Me fui muy lejos.

Al subir me siento presuroso y hago un paneo al interior desde su cómodo asiento. Tintes de modernidad en su diseño, espacioso, bien pintado y sobre todo limpio, sí limpio, créanme. La mirada de los pasajeros que ingresan al bus es de asombro, ¡sonríen los chicos, increíble!, abundan rostros de felicidad. Parece que estarían a bordo de un mercedes o una limousine. Subo la mirada y se prende una pantalla plateada tipo LCD de una computadora y aparece un relampagueo. Gulp, ¡estaba empezando una película! Faltaba la canchita nomás. Esto se pone bueno. Nos "ganamos" con “
De ladrón a policía”. Por minutos olvidé que me iba a trabajar. No saben lo que gocé en complicidad con los otros pasajeros. Nos hemos reído, primero disimuladamente mirando a las lunas laterales, luego sin roche, a mandíbula batiente, con el quimboso y embetunado actor norteamericano Martin Lawrence. Una anciana, súper relajada y envalentonada –porque todos nos moríamos de vergüenza- llama al cobrador para comprarle una galleta. Eso sí era lo último que esperábamos. Sí señores, dentro del vehículo había una caseta –tipo Telefónica- de venta de golosinas, galletas, chizitos, etc. Sin palabras.

“!Asu, qué moderno!”, vociferaba una madura rubia al subir y contemplar la moderna movilidad, para seguidamente sentarse a mi lado. La sonrisa no se despegaba de su cara.

Pasajes

Lo cotidiano fue escuchar: “Sus pasajes por favor”, pero a pesar de ello, el cobrador estaba correctamente vestido y pulcro. Un milagro en Lima. Por inercia pienso -a la hora de buscar la billetera para pagar el pasaje-, absurdamente o gracias a los beneficios del viaje: ¿Cuánto costará el pasaje aquí? Con gusto pagaría el doble, no me hubiera hecho paltas, pero cobró el pasaje normal. Es que aparentaba un recorrido -como solía hacerlo de pequeño- a Trujillo en los cómodos buses de
CIVA que salían de la hoy renovada avenida Grau.

Entre risa y risa, me veo en la cuenta que ya estoy a una cuadra de mi rutinario paradero. Es hora de bajar. Al reaccionar de mi ubicación confirmo que este bus es -literalmente- una bala, ¡qué rápido llegó! Como dice la canción de Charly García: No voy en tren, voy en avión… Y este sí que voló. Pero me quedé en ascuas, a mitad de película. Tendré que alquilarla para ver el término.

Un detalle, ¿Cómo se baja de esta cosa? El cobrador está un poco lejos para que me sople y ya hay gente parada. Ni hablar, qué roche. Avanzo y no veo el botón encima de la puerta de bajada, ahora ¡cómo aviso que bajo en la próxima esquina! De pronto, acelera el carro, tambaleo y me cojo del pasamanos, pero ¡Oh sorpresa! allí estaba el bendito botón, a media altura, lo aprieto, bajo y veo como se pierde en perspectiva mi fugaz viaje.

Pregunto: ¿Llegarán a establecerse en nuestra Lima urbana flotas de estas modernas movilidades? Difícil, al menos en cantidades industriales, sólo en raquíticas rutas. Por lo pronto, sigamos con nuestras destartaladas, llenas de smog y asesinas combis.

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[1] comúnmente son llamadas “Combis de la muerte” o “combis asesinas” debido a los accidentes de tránsito que se les atribuyen. Dícese del vehículo multiuso admirado por muchos, divertido de conducir. Se fabricó hasta 1979 en Alemania y hasta 1990 (aproximadamente) en Argentina. Las combis fueron las primeras camionetas pequeñas que se utilizaron para el transporte interurbano. Su nombre viene del alemán Kombi, nombre de un modelo de camioneta de pasajeros de la marca alemana Volkswagen.
 

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