domingo, 6 de mayo de 2012

0 Todavía existen héroes



"César, tu papá", se escuchaba una y otra vez de las entrañas de Dionisio Vilca, padre de César Vilca -suboficial de la Dinoes herido en la selva cusqueña por los senderistas-, quien buscaba impotente a su hijo ante la desidia del Gobierno y las Fuerzas Armadas.

Esa actitud intrépida que solo nace de las fibras más íntimas de un padre que no le importó perder su vida –que a decir verdad, en esos días estaba ausente de su cuerpo– solo por abrazar por última vez a su primogénito que alguna vez aconsejó enrolarse a la Policía Nacional. 

Dionisio Vilca en plena búsqueda en la selva cusqueña

El pasmoso hallazgo de su hijo 
No podemos olvidarnos de Eliseo y Honorato, pobladores de la zona de Alto Lagunas que ayudaron a rescatar el cuerpo de César VilcaHoy declararon en un programa dominical que decidieron entrar en la espesa selva y caminar cerca de cinco horas -incluso a costa de su propia vida por las minas sembradas en el camino o el temor de encontrarse con los terroristas-, pensando en la desesperación del padre.

“Comprendimos el dolor del señor y nos pusimos en su lugar. El señor Vilca lloró para que lo ayudemos. En ese momento me puse a pensar que yo por mi hijo haría lo mismo. Me puse en su posición y le dije que lo podía ayudar”, afirmaron estos valerosos colonos que cultivan café como medio de subsistencia.  

El mismo César Vilca, su hijo, heredó tal estirpe en pleno combate contra Sendero Luminoso (SL) en la agreste selva del Cusco. Al momento que intentaban rescatar a la mayor PNP Nancy Flores fueron ametrallados por los desquiciados remanentes del mal de SL. Fue allí que hirieron en la pierna a César y luego de huir por varias horas finalmente le exhorta a su amigo Luis Astuquillca a que se retire, lo deje solo y se salve. Solo aquel que tiene agallas tomaría esa temeraria decisión.

La impotencia que arranquen de tu interior a alguien inocente puede más que la inacción de las autoridades. 

Este papá guerrero dribleó las zancadillas que no solo el destino les ponía a su paso, sino también el mismo Ejecutivo: El ineficaz ministro del Interior les ordenó que no se internen en la zona del VRAE. 

Pero Dionisio Vilca, muy al contrario, cogió lo que tuvo a la mano, le dio la espalda a los formalismos, hizo caso a su corazón y viajó con la única intención de no regresar solo. O regresaban los dos, padre e hijo, vivos o muertos, o no volvía nadie. La pena del hijo perdido lo tenía muerto en vida. 

E hizo lo que cualquiera que está leyendo este post haría (o anhelaría) si fuera papá. O si fuera hijo le gustaría que su papá haga por él. 

 El amor lo puede todo. Vence cualquier barrera humana. En momentos como estos, vale parafrasear al apóstol Pablo: "El amor todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser”.  
 

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